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sábado, 9 de enero de 2016

Las toallitas húmedas están generando innumerables problemas en el ciclo integral del agua de nuestras ciudades.


 

Este gesto se ha convertido en habitual para cientos de miles de consumidores en España. Las toallitas húmedas están generando innumerables problemas en el ciclo integral del agua de nuestras ciudades. Pero, además de crear problemas, las toallitas aumentan los costes de gestión, y todo acaba repercutiendo en nuestros bolsillos.
Nuestras propias viviendas y comunidades de vecinos son el primer punto conflictivo cuando arrojamos las toallitas al inodoro. Las bajantes y las arquetas de los edificios sufren atascos y esto se traduce en intervenciones frecuentes. Por ejemplo, la limpieza de la arqueta de este edificio tiene que repetirse unas 3 veces al año, para prevenir atascos mayores y malos olores. El resultado de cada una de las limpiezas de una escalera como esta es de entre 10 y 20 bolsas llenas de toallitas. Aún así, estos vecinos no están exentos de sufrir un problema que, en un determinado momento, requiera de una intervención de urgencia.
Las toallitas que no se quedan en el camino, llegan hasta una estación de bombeo de aguas residuales. Este tipo de instalaciones son las encargadas de trasladar las aguas residuales hasta las plantas depuradoras, generalmente a las afueras de los grandes municipios. En esta estación de bombeo de Sevilla, ciudad hasta la que nos desplazamos, se ven obligados a desatascar la bomba cada 2 o 3 días. ¿El motivo? La ingente cantidad de toallitas que llegan hasta aquí, procedentes de los sistemas de saneamiento.
A pesar de todo, toneladas de toallitas logran escapar del filtro que representan las estaciones de bombeo y acaban llegando a una depura de aguas residuales o EDAR como esta, donde siguen ocasionando más quebraderos de cabeza.
TOTAL: Fernando S. Estévez. Jefe de Aguas Residuales de EMASESA
Para que nos hagamos una idea, en una gran ciudad, de media, transcurre una hora desde que tiramos de la cadena hasta que los residuos llegan finalmente a la depuradora. Asistimos a una prueba de laboratorio de la Empresa de Abastecimiento y Saneamiento de Aguas de Sevilla. Durante una hora, se somete a una toallita y a la cantidad proporcional de papel higiénico al movimiento que recibirían desde que se tiran por un váter hasta que llegan a la depuradora. El resultado es que el papel higiénico se desintegra perfectamente, mientras que la toallita permanece prácticamente intacta. Comprobamos que la toallita apenas se degrada y, únicamente, va soltando en el agua las sustancias químicas de las que está impregnada. Por cierto, generando otro problema medioambiental.
CIERRE: Belén Ramos. Responsable de Medio Ambiente de OCU

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